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sábado, 9 de enero de 2016

En FERROLTERA hay ORO

Ferrolterra, una comarca que en los últimos años ha sido y sigue siendo castigada por una crisis endémica motivada por decisiones políticas y por la recesión en la construcción naval, fue hace muchos años, por la riqueza que albergaba su suelo y subsuelo, una de las zonas más ricas en minerales de la península Ibérica, y que trajo como consecuencia la temprana invasión del Imperio Romano, colonizando la región en el siglo II A.C que pasó a ser denominada como "Gallaecia", provincia Romana.


Antes de la Invasión Romana, la zona de Ferrolterra estaba dominada por los Artabros. Se trataba de una tribu de origen celta asentada en el noroeste de la actual Galicia. Eran los pobladores de la zona que comprende la ría de La Coruña y la ría de Ferrol hasta la llegada del propio Julio César en el año 62 a. C.

Julio César necesitado de prestigio, renombre y sobre todo  dinero para pagar a sus acreedores en Roma emprende  una campaña en busca de victorias y de botín apoyado por la familia gaditana de los Balbos. Después de la batalla del monte "Herminio"  llega al llamado Golfo Artabro (rías de Ferrol, Betanzos y Coruña) desde donde regresa a Roma.
 

La minería es la actividad económica de mayor importancia en Galicia, debido a la ocupación romana. A partir de los primeros tiempos fue controlada directamente por Roma.

La minería más explotada fue la del oro, aunque los romanos extrajeron también otros minerales como plomo, zinc, cobre, plata y sobre todo estaño. Estos metales los extrajeron en las minas de Covas-Moeche e Monteneme (A Coruña), Fornaza (Lugo), Outeiro de Baltar (Ourense), entre otras de menor importancia.

Los habitantes de los castros antes de la romanización ya habían accedido al oro, pero solo por medio del bateo de los ríos y a escala muy reducida. Por tanto, no cabe la menor duda: La explotación sistemática y extensiva de los recursos auríferos del Noroeste de la Península empieza y termina con el imperio romano. Y ellos fueron los mejores en hacerlo hasta la fecha.

El oro se explotó tanto en yacimientos primarios como secundarios. Para eso fue necesario establecer un proceso de explotación y la construcción de grandes obras de ingeniería, muchas de las cuales se conservan actualmente y son motivo de admiración

Sea como fuese, estas poblaciones pasaron a pertenecer al Imperio Romano definitivamente desde que Octavio Augusto se impuso militarmente hacia el 19 a.C. Como la mayor parte de castros galaicos, en tierras ferrolanas estos siguieron habitados, aunque, si bien es cierto, este tipo de poblamiento iría paulatinamente desapareciendo en favor de un nuevo tipo de explotación romana, la villae. Formando parte de la provincia romana de Gallaecia, las villae que entre los siglos III-VI se establecieron a los pies de la ría de Ferrol se especializaron en la exportación pesquera y conservera. Ejemplo de ello son los yacimientos arqueológicos de la villa de Noville (Mugardos) y Cariño (Ferrol), la primera una villa a mare tardorromana y la segunda una factoría de época imperial.
 

Los habitantes del territorio de la antigua Gallaecia pagaban como tributo su trabajo en las minas, de las que se pudieron extraer gran parte de las 190 toneladas que los expertos estiman que Roma sustrajo del Noroeste.

Una de las minas más importantes de la comarca es la mina de Cobas, situada en las cercanías de la Playa de Ponzos. La mina de Cobas está englobada en una corrida filoniana de pirita arsenical aurífera, que comenzando en Valdoviño se desplaza unos 60 km hacia el Sudeste, pasando por Monfero, Curtis y Sobrado dos Monxes.

En la zona los filones son de granito, gneis de cuarzo aurífero, con una potencia que llega a los 4 metros con pirita arsenical, con un contenido en oro de 66 a 106 g/Tm, y que en el caso concreto de Cobas posee ley en (Au) e (Ag) van desde 2 hasta 144 g/Tm. 
 
Posteriormente (en 1917) una compañía francesa aprovechó estos yacimientos montando un taller de concentración de mineral y levando la ley a 220 g/ Tm; siendo las explotaciones abandonadas por la gran afluencia de agua y barro.
  

El oro es un elemento químico de número atómico 79, que está ubicado en el grupo 11 de la tabla periódica. Es un metal precioso blando de color amarillo. Su símbolo es Au (del latín aurum, ‘brillante amanecer’).

Es un metal de transición blando, brillante, amarillo, pesado, maleable y dúctil. El oro es sumamente inactivo. Es inalterable por el aire, el calor, la humedad y la mayoría de los agentes químicos. Aunque el oro no reacciona con la mayoría de los productos químicos, es sensible y soluble al cianuro, al mercurio ,al agua regia, cloro y a la lejía. Este metal se encuentra normalmente en estado puro, en forma de pepitas y depósitos aluviales. Es un elemento que se crea gracias a las condiciones extremas en el núcleo colapsante de las supernovas. Cuando la reacción de una fusión nuclear cesa, las capas superiores de la estrella se desploman sobre el núcleo estelar, comprimiendo y calentando la materia hasta el punto de que los núcleos más ligeros, como por ejemplo el hierro, se fusionan para dar lugar a los metales más pesados (uranio, oro, etc.), Otras teorías apuntan a que el oro se forma de gases y líquidos que se elevan desde la estructura interna de la Tierra, los cuales se trasladan a la superficie a través de fallas de la corteza terrestre. Sin embargo, las presiones y temperaturas que se dan en el interior de la Tierra no son suficientes como para dar lugar a la fusión nuclear de la cual surge el oro.

El principal objetivo de los alquimistas era producir oro partiendo de otras sustancias como el plomo. Actualmente está comprobado químicamente que es imposible convertir metales inferiores en oro, de modo que la cantidad de oro que existe en el mundo es constante.

De la producción mundial de oro el 50% se utiliza en joyería, el 40% en reservas e inversiones y solo al 10% se le da usos industriales.

El oro puro o de 24k es demasiado blando para ser usado normalmente y se endurece aleándolo con plata y/o cobre, con lo cual podrá tener distintos tonos de color o matices.

El oro se conoce y se aprecia desde tiempos remotos, no solamente por su belleza y resistencia a la corrosión, sino también por ser más fácil de trabajar que otros metales y menos costosa su extracción. Debido a su relativa rareza, comenzó a usarse como moneda de cambio y como referencia en las transacciones monetarias internacionales. Hoy por hoy, los países emplean reservas de oro puro en lingotes que dan cuenta de su riqueza.

En joyería fina se denomina oro alto o de 18k aquél que tiene 18 partes de oro y 6 de otro metal o metales (75 % en oro), oro medio o de 14k al que tiene 14 partes de oro y 10 de otros metales (58,33 % en oro) y oro bajo o de 10k al que tiene 10 partes de oro por 14 de otros metales (41,67 % en oro). En joyería, el oro de 18k es muy brillante y vistoso, pero es caro y poco resistente; el oro medio es el de más amplio uso en joyería, ya que es menos caro que el oro de 18k y más resistente, y el oro de 10k es el más simple. Debido a su buena conductividad eléctrica y resistencia a la corrosión, así como una buena combinación de propiedades químicas y físicas, se comenzó a emplear a finales del siglo XX como metal en la industria.


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